
Una lluvia mansa había caído hasta minutos antes de la ceremonia, que se realizó en el salón contiguo a la iglesia, en refacciones por esos días. Los protagonistas del casamiento aún recuerdan que, por debajo del altar, podían verse los bordados del ruedo del alba y por debajo, los muy usados zapatos con cordones del cura, llenos de barro apurado traído de Villa Pulmón, donde vivía.
El hecho despertó varias reacciones: sonrisas cómplices en quienes lo amaban, rictus de censura en quienes lo cuestionaban. A tal punto llegaba el cuestionamiento, que muchos feligreses llegaron a decir que ni el sacerdote ni los contrayentes querían casarse en la iglesia, y por eso lo habían hecho en el salón lindero (¡!??).
Ese desconocimiento de su ser y su estar en el mundo, signó la vida de Jorge Galli. Cierto es que no fue un sacerdote convencional. Su vida estuvo marcada por un profundo compromiso con el pueblo, ya que era peronista desde la cuna. Ese pensamiento político y su comprometido sacerdocio lo hicieron objeto de adhesión y reconocimiento en algunos casos, y de desprecio y desamor en otros.
Nacido en Tres Algarrobos (provincia de Buenos Aires) el 23 de abril de 1930. Tuvo 10 hermanos. Padre albañil, madre ama de casa. En el barrio de Mataderos vivirá su niñez y adolescencia. Con 15 años de edad, el 17 de octubre de 1945, marchó por las calles de la ciudad exigiendo la libertad del entonces coronel Perón. La clásica fotografía de ese día, lo muestra con las “patas en la fuente”: y sí… ahí está; es el primero a la derecha, jovencísimo.
Antes de entrar al Seminario trabajaba de albañil, oficio que nunca abandonó. Se definía a sí mismo como un obrero peronista que se hizo cura; fue ordenado por el Obispo Ponce de león en 1968. Vivía en Villa Pulmón en San Nicolás.
Estuvo desde siempre vinculado a la Resistencia Peronista y luego las primeras FAP. Montoneros lo tuvo entre sus filas hasta que se convence de que la violencia y la desobediencia y cuestionamiento a Perón no eran el camino. El mismo Perón, en 1973, pocos días después del asesinato de José Ignacio Rucci, lo convocó para pedirle que intentara disuadir a los jóvenes peronistas de que abandonaran el camino de la lucha armada. Así lo hizo, propiciando la creación de la La Lealtad, la corriente disidente que congregó a miles de jóvenes que abandonaron la lucha armada y acataron la conducción política de Perón.
Años después, muchos de esos jóvenes, ya adultos, homenajearon al padre Galli reconociendo que su accionar les salvó la vida. Todos sabemos que quienes permanecieron en las organizaciones armadas fueron desaparecidos y muertos luego del golpe militar de 1976.
En 1974 estaba ya en la Parroquia Santa Teresita, en Pergamino. Allí fue detenido y liberado a los nueve días, por pedido de Ponce de León. Murió hace 26 años, el 15 de mayo de 1995.
En el año 2015 fue declarado “Hijo Dilecto Post Mortem” de esa ciudad bonaerense en donde pasó sus últimos años. El Papa Francisco hizo llegar un texto recordándolo, donde dice, textualmente, “Al cumplirse un nuevo aniversario de la muerte del P. Jorge Galli agradezco al Señor su presencia como pastor del pueblo. Que aprendamos de él que, “No somos simplemente seres vivos, sino que somos resucitados”. Dale Señor el descanso eterno y que la luz perpetua brille en él. Descanse en paz.” Francisco
Estamos en tiempos donde la verdad está relativizada, el compromiso soslayado y las convicciones no son muy firmes. Entonces recordamos al Padre Galli y su transitar por la vida. Como ejemplo de un hombre, obrero, peronista, sacerdote, que en todas sus facetas fue auténtico, con una gran coherencia entre su decir y su hacer, con una gran firmeza de principios y un profundo amor por el prójimo.